Asociación Barcelonesa de Laringectomizados: ¿A qué esperas para dejar el tabaco?

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miércoles, 20 de abril de 2016

¿A qué esperas para dejar el tabaco?

El tabaquismo está lejos de ser un problema superado. La presión social y las dos leyes antitabaco han conseguido bajar el consumo, pero el cuerpo no olvida. Los años enganchados a los cigarrillos pasan factura. Aunque todo el mundo abandonara hoy la adicción, seguiría muriendo gente por sus efectos. Aún así, una retirada siempre es la mejor alternativa.

«Imagina que cada día se estrellasen cuatro Boeing 747, eso sería lo equivalente a las muertes que produce diariamente el tabaco en Estados Unidos», destaca el cardiólogo Carlos Peña. Al especialista del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) le gusta echar mano de estos ejemplos que suponen una bofetada a cualquier idea errónea sobre las consecuencias del tabaquismo. «Es el causante número uno de las muertes por enfermedades cardiovasculares entre aquellos que no han superado o rondan los 40, ¡y es prevenible!», explica. El corazón es en realidad solo uno de los órganos que se resienten por los efectos que dejan en el cuerpo los componentes nocivos que contiene un cigarrillo. «Es algo que sabemos desde hace más de 50 años y aún así los jóvenes siguen fumando», resalta. La adolescencia continúa siendo la edad crítica. La mayoría de los que fuman comenzaron a hacerlo cuando tenían entre 14 y 18 años. Los futuros fumadores también se iniciarán en la adicción a esa edad.

En España, tras dos leyes antitabaco, la del 2006 y la del 2011, ambas promovidas por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, y después de varias campañas advirtiendo sobre sus riesgos, fotos en las cajetillas incluidas, el consumo ha bajado. Si en el 2003 el 28,1% de los españoles eran fumadores, en el 2014 esta cifra cayó al 23% según la última Encuesta Europea de Salud publicada en el INE. Aún así, seguimos siendo de los europeos que más fumamos. En los países nórdicos la media está por debajo del 20%. Australia ha ido un paso más allá obligando a un embalaje neutro en los cartones, medida que han aprobado también Reino Unido y Francia. «En la consulta el número de infartos baja cada año», comenta el doctor Carlos Peña. Valora positivamente una normativa restrictiva, pero señala que no se puede pensar que con eso se ha pasado página. A pesar del respiro que puede suponer la caída del número de fumadores, otro informe obliga a mantener la alerta. El último estudio epidemiológico sobre tabaquismo realizado en el país cifra en 60.456 los fallecidos en el 2012 por motivos vinculados al tabaco. Es el pico más alto. Unas 166 muertes al día, 44 de ellas mujeres.

El tabaco deja huella y al cuerpo humano le sobra memoria. «Estamos hablando de una enfermedad que es adictiva y crónica al mismo tiempo. Empieza en edad pediátrica, con el primer pitillo en el recreo, y se manifiesta al cabo de 20 o 30 años», explica el neumólogo Carlos Rábade. «Van a pasar años antes de que veamos los efectos de la legislación contra el tabaco. Los que están sufriendo dolencias graves ahora son los que empezaron a fumar hace tres décadas», subraya. Tanto él como su compañero en el hospital, Carlos Peña, ponen el acento en un punto, o mejor dicho, en un género, el femenino. «Si fumar aumenta por tres el riesgo de sufrir un infarto en un varón, en las mujeres lo multiplica por seis», destaca Peña. En el caso del cáncer de pulmón se habla ya de una feminización de esta dolencia. Mientras en el 2003 perdieron la vida 186 gallegas por un tumor de tráquea, bronquios o pulmón, en el 2013 fueron 313, un 70% más. También han aumentado las muertes entre los hombres, pero a una velocidad muy distinta, un 13% en los últimos diez años en Galicia. «Fumar no se generalizó entre las mujeres hasta las décadas de los 70 y 80. Empezaron más tarde, ahora estamos viendo el resultado», indica Rábade. Muchas ni siquiera encendieron un cigarro.

La Sociedad Española de Oncología sostiene que un 22% de los tumores en el pulmón se producen en no fumadoras. Al tabaco se le atribuyen un 85% de los cánceres pulmonares. Es el de mayor incidencia mortal entre los hombres, pronto puede superar en mortalidad al de mama entre ellas. «Al hablar de cáncer y tabaco siempre pensamos en los pulmones pero la realidad es que la asociación todavía es mayor en los tumores de boca, laringe, faringe y esófago, los que conocemos como de la cabeza, sin incluir aquí los cerebrales, y también en los de vejiga», advierte el oncólogo del CHUS, Jorge García González. «Hay más de 200 productos químicos dañinos en un cigarrillo, alrededor de unos 50 de ellos ya se ha demostrado que son cancerígenos», añade.

A esto hay que añadir otro tipo de dolencias, hasta 25 vinculadas al tabaquismo: disfunción eréctil, tuberculosis pulmonar, diabetes, embarazo ectópico? La pregunta para muchos adictos es, ¿vale la pena dejar de fumar si tras años enganchados el daño en el organismo ya está hecho?. «El riesgo de desarrollar un cáncer siempre disminuye si se para de fumar», dice Jorge García.  «Si lo dejan, la mortalidad baja un 36% en el caso de los pacientes que tuvieron un primer infarto y fumaban», añade Carlos Peña.

Los pasos para dejarlo

Esa es la pregunta del millón. «Lo primero, aunque parezca obvio decirlo, es desearlo», responde Carlos Rábade. El neumólogo también es el responsable de la Unidad de Deshabituación Tabáquica del CHUS. «Alguien que empieza con 16 tiene que pensar que lo más probable es que no lo deje nunca. A lo largo de los años la nicotina no solo provoca una adicción física, esa dependencia también es social e incluso gestual. Piensan, ¿qué hago con las manos?», relata. «Son conductas automáticas que se adquieren tras realizar una misma acción de forma repetitiva durante mucho tiempo. Muchos exfumadores sienten una tristeza profunda al principio. ¡No es solo decirle adiós a la nicotina, también a unas rutinas que llevaban haciendo 20 años!», exclama Rábade. Por eso, cuando un paciente entra en la consulta, hay una serie de consejos que no faltan: evitar el café en el bar de después de comer, eliminar todas las cajetillas que pueda tener al alcance, beber mucha agua, practicar una actividad que supla los huecos que antes invertía en fumar? «Combinamos una terapia psicológica con un tratamiento farmacológico en el caso de ser ambos necesarios. Científicamente es lo que está demostrado que funciona. Hay que tener en cuenta que no todos los fumadores son iguales. No es lo mismo llevar 30 años fumando que cinco», aclara. «Los parches o los chicles sustitutivos de la nicotina son el primer paso para controlar el síndrome de abstinencia. El siguiente, recetar inhibidores de los receptores nicotínicos como el Bupropion y agonistas de este compuesto como la Vareniclina», detalla Rábade. ¿Cuándo se convierte un paciente en un exfumador? «Si consigue cumplir un año entero sin fumar le damos el alta», dice. Llegados aquí la recaída se convierte en el principal temor. «El mayor riesgo está en los seis primeros meses. Al cabo de un año no hay tanto peligro de craving, el impulso fuerte de fumar un cigarrillo, sino de caer en la tentación de probarlo si nos lo ofrecen en una fiesta, por ejemplo. Hay que estar siempre alerta», remarca.

Otras terapias

Muchos fumadores buscan otros cauces. Marta Rodríguez, psicóloga en Lugo, añadió a sus terapias una sesión de hipnosis. «Es un apoyo a la psicoterapia y el paciente siempre tiene el control. A través de un estado de sugestión ligera intentamos acceder a su mente subconsciente y desbloquear aquellos conflictos internos que lo pueden llevar a fumar. Detrás de una adicción puede haber, por ejemplo, un problema de autoestima», asegura. Aunque no existen estadísticas clínicas sobre esta técnica aplicada a fumadores, muchos psicoanalistas utilizan la hipnosis para tratar diferentes problemas como la ansiedad, las fobias, la depresión o el miedo al parto, como una de las últimas pacientes de Marta Rodríguez. «La sensación es como la de estar en meditación. La hipnosis permite un mayor grado de concentración interna. Lo que se busca con ella es fortalecer una actitud. No es nada extraño ni mágico», apunta esta psicóloga.

Otra alternativa, que para muchos podría incluirse dentro del campo de las pseudociencias, es la que aplica otro psicólogo, Roberto Casas Pinto, de Teravanza, en Milladoiro. «Mi experiencia me dice que funciona en un 85% de los casos. Casi siempre, con una sola sesión es suficiente. Además, lo primero en lo que insisto es en que esta técnica no es sustitutiva de ningún tratamiento médico. También en que puede funcionar y reprimir el deseo, o que, en el peor de los casos, no suceda nada». Roberto resume así este proceso que se ha puesto de moda en varias clínicas españolas. «Aprovechando que el sistema nervioso tiene mecanismos de autorregulación, la idea es estimular o favorecer que se pongan en marcha para hacer frente al síndrome de abstinencia», detalla. ¿Cómo se consigue? A través de unos auriculares colocados en las orejas y de un puntero que genera luz infrarroja y que pasa por la cabeza. «Tiene una intensidad -insiste Roberto- muy baja. No se percibe nada y no hay efectos secundarios».

El susto de Diana

En ocasiones basta con un consejo médico y en otras, como la de Diana Fernández, en un buen susto. Esta vecina de A Coruña de 42 años se lo llevó cuando, tras ingresar en el hospital por una peritonitis, le descubrieron un tumor en el colon. No tuvo tiempo a reaccionar. La ingresaron y la operaron. Se pasó dos semanas en el hospital sin hacer lo que hacía todos los días nada más levantarse, dar unas caladas. Se enfrentó a una segunda operación y luego vino la radio y la quimioterapia.

De eso han pasado ya casi cuatro años. Cuatro años en los que no ha vuelto a probarlo. «Es una cuestión de fuerza de voluntad», mantiene. Desde entonces puede decirse que tiene otra vida. «Para empezar, me puedo permitir hacer más viajes. ¡Ahorro unos 400 euros mensuales con lo que no gasto en cartones!», confiesa. A pesar de su seguridad, reconoce que siempre será su punto débil. «Me sigue gustando su olor y pienso en ello constantemente. Pero sé que no puedo volver a caer. Soy tolerante con los que fuman, pero ahora que lo veo con perspectiva soy consciente de lo esclava que era. No soportaba el avión, pero no por el medio a volar. Nada más subirme solo deseaba aterrizar para encender un cigarrillo, notaba hasta temblores. Llegué a contabilizar el tiempo en pitillos. Tres y llega el bus. Dos y bajo a la calle», cuenta.

Convertirse en exfumadora también supone una reeducación. «Es como volver a la primera época. A perder la timidez en un pub para hablar con alguien sin un cigarrillo de por medio». Diana tiene una motivación de peso: «Mi vida giraba en torno al tabaco, tuve que aprender que gira en torno a mí». Y en eso ha salido ganando.



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