Todos sufrimos, unos más que otros, las consecuencias de los gases abdominales que inevitablemente hemos de expulsar a través de ventosidades y eructos y que conllevan molestias tanto para la propia persona (dolores abdominales, sensación de hinchazón, sonidos desagradables, etc.) como para los de nuestro alrededor por los sonidos y sobre todo por los olores.
Muchas veces son debidos a causa de hábitos dietéticos que favorecen la formación de dichos gases y otras por comer deprisa, hablar mientras comemos, no respetar los tiempos de reposo de las comidas, etc. También los causan los aíres que tragamos mientras comemos, por ejemplo.
Caso aparte es el de los que estamos laringectomizados. Como bien sabemos los que estamos en este estado, nuestro habla parte de que tragamos aire en el esófago para expulsarlo inmediatamente en forma de corto eructo cuyo sonido aprovechamos para formar las palabras y frases. En ese trámite que acostumbramos a hacer de forma rápida y continuada y eso conlleva que parte del aire se nos escape hasta el estómago y que después tendremos que expulsar.
Suele ocurrir, al menos a mi me pasa, que cuanto más hablemos y más deprisa lo hacemos más aire se escape y por tanto más tendremos que soltar. También influye el hablar en estado de tensión y nerviosismo. Si el aire sobrante del estómago sale por la boca puede ocurrir que se haga mientras hablamos y de paso aprovechamos para seguir haciéndolo, pudiendo conseguir unos sonidos más fuertes de los normales. No es nada agradable para el que habla y seguro que le resulta extraño al nuestro interlocutor, pero es lo que hay. También podemos parar de hablar y soltar el eructo lo más discretamente que podamos.
Cuando al aire le da por salir en forma de ventosidades es otro “cantar”. No tendremos más remedio que aguantarnos lo más que podamos. No es cuestión de molestar a nuestros interlocutores. Si estos son muy cercanos les podemos dar una explicación que seguro lo entenderán. Yo a veces se me ocurre alguna gracia, como por ejemplo decir que “son vientos terapéuticos por prescripción médica”. Algo de razón igual tengo. No lo puedo asegurar pero me da la impresión de que estos soplos no conllevan muy mal olor.
Se me ha ocurrido este artículo pensando en que lo mismo que me pasa a mi seguro que le pasa a la mayoría de laringectomizados. A unos más que a otros, como todo, pero a todos nos tocará algo. Esto no justifica que perdamos las sanas costumbres de molestar lo menos posible y lo que tengamos que hacer lo hagamos de forma muy discreta y aguantando para hacerlo cuando no molestemos. Por otra parte seamos conscientes de que no es nada grave ni importante para la salud.
Hay maneras de evitar estos gases, bien a través de medicinas bien con productos naturales. Al que le interese no tiene más que buscar FLATULENCIA y encontrará la información necesaria. Personalmente creo que no debemos darle mayor importancia y que, como he dicho, guardando las composturas y con discreción nos deshagamos de esos gases de la forma más natural te tenemos, es decir, a través de ventosidades o de eructos. Seguro que encontramos los trucos necesarios para no molestar. Y si hay que dar una explicación pues lo hacemos y adelante.
Una molestia sin importancia a gestionar de forma discreta |
El artículo describe muy bien la realidad de los que usamos voz esofágica.
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