Tras ser intervenida unas
cuantas veces de cáncer de laringe, y luego de haber recibido unas
cuarenta o cuarenta y cinco sesiones de radioterapia para mejor
destruir las células enfermas siempre creí que era esta la causa
del deterioro de mis piezas dentales, por lo cual dejaba pasar el
tiempo sin visitar mi odontólogo, pensaba no iría a más la cosa
una vez acabado el tratamiento; craso error. Su desgaste seguía
avanzando hasta el punto de llegar a perder prácticamente todos los
dientes e incluso llegar ya a tocar las encías.
Mi familia, así como mis
amistades, no paraban de decirme que debería visitar al dentista,
porque sin apenas dientes mi aspecto físico -pese a no sentir
dolor- dejaba mucho que desear.
Así hice, acudí a una
clínica dental cerca de mi lugar de residencia, pedí cita para ser
visitada, me la dieron en unos días, regresé al cabo de los mismos,
me hicieron pasar a una sala en donde, en este caso, la doctora me
diagnostico: Bruxismo.
Me quedé de una pieza,
quieta como un poste sin poder articular palabra alguna porque yo
seguía creyendo que cuanto me acontecía acerca de mi boca: rechinar
los dientes, apretar fuerte las mandíbulas hasta casi quedar
desencajada, así como la tirantez denotada en mi cuello como si de
las cuerdas de un violín se tratara se producía únicamente por la
acción de la radioterapia. Ella, la doctora, me sacó del error. Me
dijo se trataba de una enfermedad y que debería prestar atención a
cuanto me sucedía antes de que la cosa fuera a más. No me dio más
explicaciones.
Quede en regresar la
fecha señalada para dar comienzo al tratamiento o al menos que me
relatara algo sobre el bruxismo. No obstante, en cuanto volví a casa
empecé a indagar por varios medios con respecto a ese tema, algo
para mi desconocido.
Así me enteré que el
bruxismo es reflejo de la ansiedad, el estrés. Que es un habito
involuntario de apretar o rechinar los dientes -yo lo hago-. Que
es una enfermedad muy común que afecta a niños y a adultos -como
en mi caso-, y que provoca dolor de mandíbulas, de cabeza, de
cuello y de oído, derivadas de la presión que se ejerce sobre los
huesos temporomandíbulares al deslizar, frotar o apretar las
estructuras dentales superiores e inferiores.
Mª Rosa Delgado
El Bruxismo es el reflejo de la ansiedad y del estrés |
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