Una vez finalizado el tratamiento es preciso realizar revisiones
periódicas. Son necesarias para confirmar que el paciente sigue bien.
También sirven para seguimiento y control de los efectos secundarios del
tratamiento y para instaurar, en caso necesario, un tratamiento lo más
rápidamente posible.
Incluso
tras el tratamiento más completo, existe un riesgo de reaparición de la
enfermedad. Su diagnóstico precoz permite instaurar, de nuevo, un
tratamiento rápido y por tanto puede ser más fácil lograr que
desaparezca y por tanto mejorar los síntomas.
El riesgo de reaparición de la enfermedad disminuye con el paso del
tiempo. Por ello, durante los 2- 3 primeros años tras el diagnóstico es
aconsejable realizar revisiones cada 3-4 meses. Durante los años 4º y 5º
las revisiones pueden espaciarse algo más y se realizan cada seis
meses. A partir de 5º año las revisiones pueden hacerse anualmente.
Las pruebas que habitualmente se solicitan en las revisiones
periódicas tras la realización de una exploración minuciosa del cuello y
estoma suelen ser las siguientes:
- Analítica completa: se determinan parámetros que nos indican el funcionamiento del hígado, del riñón y del resto de órganos.
- Radiografía torácica: permite observar la zona donde estaba situada el tumor y valorar cómo están los pulmones.
- Laringoscopia directa o indirecta: se visualiza la zona de origen del tumor para valorar su estado.
Es importante que refieras a tu médico, tanto en las revisiones como
en cualquier otro momento, no sólo cambios relacionados con los
tratamientos, sino cualquier otro síntoma como pérdida de apetito o
peso, dificultad para hablar o tragar, aparición de dolor, cansancio,
etc. El médico valorará la necesidad de realizar más pruebas.
Es preciso realizar revisiones periódicas |
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