El enfermo de cáncer está en situación estresante en extremo. Se juega la vida. Los permanentes exámenes médicos, el diagnóstico y las quimioterapias y otros métodos clínicos generan estrés, tanto para quien lo padece como para los familiares, amigos y discípulos. Definitivamente los enfermos oncológicos, y sus familiares necesitan apoyo y tratamiento psicológico. El primer impacto se sufre cuando se determina un cáncer y se le informa al paciente. Ello supone un fuerte golpe emocional. Las primeras reacciones son de miedo, luego incredulidad y después generalmente aparece la depresión o un estado de ansiedad constante, a veces extrema. Los enfermos están conscientes que enfrentan su propia mortalidad. La muerte o la otra vida se hacen presentes en el pensamiento creando nuevas preocupaciones sean estas de orden práctico, como el que pasará -si deja de existir- con la familia, con su trabajo, con sus asuntos; o de orden espiritual o religioso, como el preguntarse qué sucederá después de su fallecimiento en la otra vida.
La intervención psicológica en este momento de la enfermedad es proporcionar la mayor y más creíbles fuentes de información al paciente y orientarlo en cómo resolver los problemas de ansiedad o depresión y los sentimientos de culpa que puedan crearse. En algunos pacientes que desarrollan una profunda rabia como consecuencia de la pregunta ¿Por qué a mí…?, en estos casos hay que ayudarles a superar la ira y promover que adopten una conducta pro lucha por la vida y procurarse el más adecuado tratamiento médico.
El estrés y sus consecuencias
El estrés emocional afecta el curso de la enfermedad por el efecto en la función inmunológica. Las células neoplásicas o cancerígenas se desarrollan claramente distintas del resto. El sistema inmunológico, en la defensa contra el cáncer, sería reconocer estas células anormales y atacarlas. El estrés modifica la dinámica neuroendocrina y, por tanto, puede afectar las condiciones y comportamiento del aparato inmunológico del organismo. Por esto, distintas investigación han determinado que la relajación produce cambios positivos en la inmunocompetencia en grupos de pacientes que reciben quimioterapia. Por el contrario, otros autores han demostrado correlaciones entre el estrés elevado y una menor supervivencia. No es que el estrés sea la causa única del cáncer pero es claro para la psicooncología que influye negativamente en el organismo para luchar con eficacia contra las células cancerosas.
El dolor en el cáncer
El dolor en el paciente con cáncer, es uno de los aspectos más importantes. Afecta psicológicamente al individuo que lo sufre de manera dramática. Bien sea porque le impida llevar una vida como estaba acostumbrado o por la acción de los medicamentos que igualmente provocan alteraciones en la psiquis del paciente y en la forma de encarar sus labores habituales.
Las fases que sigue un paciente de cáncer se resumen en el modelo de Kübler-Ross, quien propone las siguientes etapas:
Negación. Frente al diagnóstico de la enfermedad y ante el pronóstico de muerte, la persona se rehúsa a creer que el asunto tenga algo que ver con ella. La fase de negación suele movilizar a los pacientes a buscar una segunda opinión, pero muy pronto esta fase se desvanece para dar paso a otra.
Negociación. En esta fase, luego de aceptar el diagnóstico, el enfermo intenta alterar de algún modo su condición por la vía de un acuerdo que, generalmente, se establece con Dios. El paciente le promete cambiar, mejorar, de hacer las cosas en lo sucesivo de modo diferente, que parecen ser la alternativa viable hacia su intenso deseo de mejorar. Todo esto como consecuencia que el enfermo supone que hizo algo mal y por esto fue castigado, o porque cree que portándose mejor que antes, Dios lo va a salvar.
Depresión. Ocurre cuando los acuerdos no alteran el panorama y las promesas no funcionan. Simultáneamente, el tiempo se acaba. El paciente suele remitirse entonces a una revisión de las cosas inconclusas del pasado y las que no van a realizarse en el futuro. La traducción de todo esto es la desesperanza y con ella surge la fase depresiva.
En algunos pacientes, luego de la fase de Negación aparece una fase de Rabia: De pronto el paciente se da cuenta de que su situación es realmente seria y entonces se convierte en una persona iracunda, unas veces plena de resentimiento hacia quienes lucen saludables y otras veces estallando en toda clase de recriminaciones y denuestos, echando la culpa de su situación a sí mismo, a la familia, la enfermera, el médico y a casi todo el mundo, Dios incluido.
Aceptación. Cuando el paciente permanece enfermo durante largo tiempo, seguramente logrará alcanzar esta última fase. La depresión deja de ser un problema y el enfrentamiento de la muerte podrá sobrevenir en calma y tranquilidad. El tipo de apoyo familiar ofrecido debe estar orientado hacia la cancelación final de sentimientos negativos y temores.
Igualmente debemos hacer notar que una vez aceptado el diagnostico, el paciente toma un segundo aire y se siente psicológicamente mejor. Comienzan los tratamientos y la esperanza de curarse se hace presente. Todo ello, a pesar de que algunos tratamientos pueden ser traumáticos como es el caso de las quimioterapias. Sin embargo, los tratamientos agresivos provocan una fuente adicional de estrés y malestar. Es recomendable que el paciente requiera transformar su forma de vida. Las ciencias de la salud consideran que somos lo que comemos y lo que hacemos habitualmente. Si cambiamos nuestros hábitos y nuestra comida estamos ayudando a recuperarnos. Puede ser el momento adecuado para abandonar un trabajo estresante y plantearse qué puede hacer para cambiar su forma de ser, de vivir y de alimentarse. Este cambio contribuye a darle un nuevo sentido al vivir y a su lucha por reestablecerse. Incontables personas decidieron dar un giro determinante a sus vidas luego de una enfermedad crítica y lograron superarla.
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