Pura lógica: por fumar o
beber, no puede tener otro cáncer de laringe quien ha sido sometido
a una laringectomía total. Y tampoco, si fuma, no le puede pasar el
humo a los pulmones por la boca. Esta ‘sólida’ argumentación me
la dio un laringectomizado. Yo le pude añadir que tampoco corría
ningún riesgo de tener pólipos en las cuerdas vocales ni volvería
a tener laringitis ni padecería nunca más disfonía.
Y hablando del tabaco,
hay que admitir que los fumadores de pipa no se ‘hollinan’ los
pulmones como quienes fuman cigarrillos. Aparte de que fumar en pipa
es probablemente el modo más placentero de fumar, de aroma más
agradable y menos irritante de las vías respiratorias de quienes
están próximos al fumador. El fumador de pipa saborea el humo del
tabaco y lo devuelve por la boca o por la nariz, pero nunca se lo
traga. Y, quizá, el tabaco de pipa es el menos cargado de
componentes –aditivos de por sí muy perniciosos– para estimular
la ansiedad de fumar. Con la pipa se evita, además, tragarse el humo
de la combustión del papel, otro factor dañino. Aún así, tampoco
está a salvo del cáncer; el suyo suele ser de lengua.
Otra cosa es que al
fumador de pipa el humo, aunque en menor cantidad, le llegue a los
pulmones por la respiración como a quienes están cerca de un
fumador o en un local con el aire contaminado por el humo; y que a
los laringectomizados, el humo de origen propio o ajeno les afecte
los bronquios y los pulmones al entrar directamente por el estoma en
la tráquea.
Estas consideraciones me
han surgido porque, no hace mucho, en una clase de logopedia, un
laringectomizado dijo que todas las mañanas se tomaba un carajillo y
que el médico le había dicho que podía hacerlo. Y añadió que
también fumaba. Magdalena, la logopeda, le advirtió que el tabaco,
el alcohol y el reflujo gástrico son los principales inductores del
cáncer y su reaparición. Yo, en cambio, le dije que no se
preocupara, que, fumando, lo máximo que podía conseguir era un
cáncer de lengua y que esto se podía solucionar con la resección
parcial o total de la misma y que sólo le afectaría a la capacidad
de hablar con la voz esofágica y de comer. También le podría
surgir un cáncer en el paladar, en las amígdalas, en suelo de la
boca, en el esófago, para sólo citar los puntos más próximos, y
hasta con la posibilidad de hacerlo con efectos fatales. Pero en la
laringe, ya nunca.
En otra clase de
logopedia, también hubo quien dijo que en las comidas bebía vino.
«Como se entere la Dra. Rosal...» –le dijo Lali. Y es que la Dra.
Rosal no admite ninguna tolerancia con el alcohol y, con buen
criterio, es muy severa en la aplicación de todas las medidas para
curar el cáncer y prevenir su rebrote.
¿Se puede beber una copa
de vino en una comida o alguna cerveza? Pues, sí. Pero una copa
puede llevar a otra y más si antes de la operación se bebía en
exceso.
Personalmente, nunca he
sido bebedor: alguna copa de buen vino en ciertas comidas; y, hace
años, esporádicamente, algún whisky o unos sorbos de armañac.
Ahora, ni eso. Intenté beber vino en una comida y el primer trago me
ardió en el paladar y la faringe, posiblemente por agudización de
la sensibilidad debida a la radioterapia. A otros no les produce el
mismo efecto.
En tiempos nada lejanos,
un porcentaje alto de afectados por el cáncer de laringe respondía
al tipo de fumador o bebedor –o ambas cosas– y de baja cultura.
Aunque esta tendencia ha cambiado, en incluso el cáncer de laringe
se da en personas que no han bebido ni fumado nunca, el alcohol y el
tabaco son sus principales factores etiopatogénicos. Así lo
confirmó la foniatra Dra. Bueno en el VII Encuentro de Voluntariado
de Baleares de la Asociación Española Contra el Cáncer, al dar una
clara y precisa explicación de esta afección.
Entonces, habría que
pensar, los laringectomizados no fuman ni beben. Pues, no. Después
de la ‘oportunidad obligada’ que han tenido de desintoxicarse,
algunos, habiendo superado muy bien el postoperatorio y haber
alcanzado una excelente recuperación reinciden en el fumar o en la
bebida. Y, de verdad, da mucha pena saber el caso extremo de un
compañero de logopedia que ha alcanzado una buena voz esofágica y
del que esperaba pudiera ser monitor de rehabilitación de voz, que
ha reincidido en la embriaguez.
La laringectomía, una oportunidad "obligada" para dejar el vicio |
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