Una de
las principales cuestiones que nos planteamos a la hora de afrontar la
laringectomía total es la relacionada con las posibles secuelas que
pueden quedar después de la operación. Pasar por una intervención de esa
envergadura, con ser importante, no deja de ser una más de tantas que
se hacen y de las que, normalmente, nos reponemos con bastante
facilidad. Pero las consecuencias posteriores son las que hacen que sea
muy diferente de las demás. Son esas secuelas las que tenemos que
superar y procurar que no nos superen a nosotros.
La
principal labor de los visitadores a los hospitales consiste,
precisamente, en que los pacientes puedan ver y comprender en persona,
en el ejemplo viviente de quien les visita, cual es la situación real
postraumática, podríamos decir, del laringectomizado después de
trascurridos los primeros meses, a veces años.
Aunque
no tengo mucha experiencia en visitas a los hospitales, si que he
tenido bastantes ocasiones de hablar con pacientes y familiares. Y hay
dos aspectos en los que se pueden resumir mi manera de enfocar los
comentarios. Primero decir que, como bien lo ven, nuestra situación no
es ningún drama y que hacemos una vida totalmente normal sin mayores
secuelas, y la segunda, dirigida sobre todo a los familiares, que lo que
les espera no es nada fácil, superable sí, pero con unos meses por
delante muy complicados y difíciles. Creo que no es bueno dejar en el
aire un optimismo demasiado facilón. Puede llegar el caso de que el
paciente sea “acusado de quejita o blandengue” y bien sabemos quienes lo
hemos pasado que de eso nada, que hay que pasarlo y superarlo y eso
lleva tiempo, molestias, nervios, de todo un poco.
Hecho
este preámbulo pasemos a comentar las secuelas, limitaciones, que nos
quedan, podríamos decir, de por vida. No voy a hacer una relación y
estudio de cada una de ellas, ya está escrito en otros sitios y además
no tendría espacio suficiente ni es mi intención hacerlo. Por enumerar
algunas diré que las principales son los problemas con el habla, las
molestias en el cuello y hombros, las precauciones con el agua, la
limpieza y cuidados del estoma, las flemas, la escasez de saliva, la
casi falta de olor, etc. Dicho así, y a sabiendas que faltan algunas,
parecen muchas e importantes, y lo son, claro que sí, pero ya veremos
cómo no es para tanto.
Solemos
decir, como he dicho antes, que los laringectomizados hacemos vida
prácticamente normal y que las secuelas son casi nulas. Y es cierto a
pesar de las enumeradas, pero también lo es que tenemos que adaptarnos a
esas limitaciones y superarlas. Parecen dos conceptos totalmente
opuestos y a lo mejor lo son pero si lo miramos desde un punto de vista
general veremos que no. Y para comprenderlo voy a hacer una pregunta:
-
¿Quién pude afirmar, sobre todo a cierta edad, que no tiene
limitaciones, dolores, quejas, males, ayes en general de que quejarse?
Suele
decirse que todos tenemos algo de qué lamentarnos y si no… nos lo
inventamos. Y esto en una verdad como un templo. De modo que nosotros,
los laringectomizados, tenemos la suerte de que no nos tenemos que
inventar nada, lo nuestro es real. (Perdón por la ironía, pero un poco de humor nunca está mal).
Eso quiere decir que nuestras limitaciones no son mucho más grandes que
las de otros en situaciones parecidas, de edad sobre todo. Eso sí, como
son reales también tenemos que hacer esfuerzos reales de superación, no
pensemos que con lamentarnos delante del primero que se nos presente,
con desahogarnos con cualquiera, se nos van a arreglar. El que se los
inventa quizá sí le sirva de algo, al menos en parte, pero a nosotros
no.
Esto
mismo que comento sobre los laringectomizados sirve, como no, para
cualquier otro problema crónico, no solo relacionado con la salud, sino
también para cualquier mal con el que tengamos que convivir siempre.
Son bien conocidos los tres pasos que tenemos que dar en situaciones de este tipo:
- Conocer el problema, cuanto más mejor
- Aceptarlo tal como es
- Luchar por superarlo
Sobre
estas bases es sobre lo que tenemos que enfocar nuestras limitaciones
para conseguir superarlas e incluso hacer que desaparezcan. Es bien
conocido el eslogan de que “cuando nos falta un sentido los otros se
agudizan para complementarlo”, pues algo así tendremos que hacer
nosotros. No sé cómo superarlo en cada caso, lo mismo que no conozco las
limitaciones de cada uno, pero seguro que si nos centramos en
superarlos lo conseguiremos. En otras palabras, no hay remedios
estándar, cada uno ha de buscar el suyo. Los consejos y ejemplos de los
demás nos podrán ayudar, por supuesto, pero no siempre lo que es bueno
para uno sirve para los demás.
No
quiero terminar este artículo sin hacer mención de los
laringectomizados que, lejos de superar las limitaciones, se ocultan en
sus casas y en sí mismos y no hacen nada por sobreponerse. Por eso
mismo, por ese enclaustramiento voluntario, es muy difícil saber cuántos
y quiénes son pero de todos es sabido que existen y son bastante más de
lo que nos imaginamos. Alguna vez se ha comentado sobre la manera de
ayudarles, pero difícilmente podremos hacer nada si no son ellos los que
empiezan a ayudarse a sí mismos. Además suele ocurrir que no solo no
hacen nada por si mismo sino que incluso rechazan enérgicamente las
ayudas ajenas.
¡Que se va a hacer…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario