La operación del cáncer de laringe deja al afectado sin cuerdas vocales y con una cánula en el cuello a través de la que respira. Entre los retos de los intervenidos están volver a articular el habla y concienciar contra el tabaquismo.
El filósofo Aristóteles afirmaba que el ser humano es un animal social por naturaleza, y lo que lo diferencia del resto de animales es la palabra (el logos). El discurso entendido como vehículo que posibilita confluir con otros semejantes. Los laringectomizados no tienen cuerdas vocales. Tras la operación con la que extirpan su cáncer de laringe estas personas curan, pero a cambio pierden la voz que durante sus vidas les ha permitido hablar, reír, gritar, en definitiva, comunicarse. Además, a la pérdida sonora se suma una marca indiscutible, un orificio en el cuello donde llevan implantada la cánula de traqueotomía que les permite respirar. Sin embargo, estos seres humanos, porque son sociales por naturaleza, aprenden a hablar de una forma nueva y a utilizar todos sus recursos para lograr la comunicación eficaz con el otro. Todo sea por no quedar en el silencio de la enfermedad.
"El cáncer de laringe está producido en un 99% por factores externos, principalmente por el tabaco unido a la ingesta de alcohol", explica el especialista Serafín Sánchez Gómez, jefe de la Unidad de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla. Sólo un 1% quedaría para la excepción genética. Según el doctor, hace unos años era una enfermedad que afectaba a mayores de 50 años, sin embargo, ahora aparece a edades más tempranas. Además, si bien era un cáncer típicamente masculino "la proporción en la que está afectando a mujeres asciende. Hasta el momento hay 15 hombres afectados por cada mujer", apunta.
A Juan Violanta lo operaron en 1989, no le daban más de seis meses de vida. "En la operación me abrieron de hombro a hombro", describe con la curva melódica que caracteriza la voz esofágica de los intervenidos. Ningún pañuelo ni camisa cerrada en su primer botón tapan su cánula. "Tras 18 meses de baja me incorporé en mi trabajo como celador de hospital. Aprendí a hablar y a utilizar todos los recursos posibles. Cuando silbaba mis compañeros sabían que necesitaba ayuda". En 1993 Juan fundó junto a otros dos afectados la Asociación de Laringectomizados de Huelva (Aslahu). Un lugar de encuentro que actualmente preside y desde donde da clases gratuitas para que los recién operados aprendan a hablar, " se enseña a modular el aire que viene del esófago, a utilizar el eructo para decir las vocales, los números...Hasta que por fin verbalizan frases enteras. El tiempo en el que se aprende a hablar con voz esofágica es de unos seis meses aunque depende del alumno", cuenta Juan. Y es que tal y como defiende Antonio Sánchez, operado en 1998 y secretario de la asociación, "lo importante es que el laringectomizado hable para que deje de ser un enfermo".
Si bien a Juan y Antonio los años y las ganas han hecho que puedan controlar el aire y exponer un buen discurso, los alumnos que esa mañana asisten a las clases de habla se comunican con grandes esfuerzos y a gestos. La mayoría apenas hace seis o nueves meses que fueron traqueotomizados. Ginés Olivero, fumador durante más de 60 años, explica que "se te cae el mundo encima porque entras a la sala de operaciones hablando y sales de ella sin poder decir nada, en apenas unas horas has perdido la voz".
Por otro lado, el agujero en la garganta que les provoca la traqueotomía puede provocar rechazo social, "incluso en el ámbito familiar o íntimo como es el sexual. A través de la cánula se expulsa mucosidad y eso no es agradable". Pese a ello, los laringectomizados aprenden a vivir con este orificio que les permite el paso del aire a las vías respiratorias, "cuidamos de que no nos entre polvo, agua o arena", dice Pepe Domínguez operado en 1995 y capitán de pesca durante 36 años. Además, intentan que este cambio en sus cuerpos lo comprendan y acepten los demás, "cuando los chiquillos se me quedan mirando les explico porque tengo este agujero en la garganta y el motivo por el que hablo así", sonríe Pepe. Por todo, los catorce afectados que asisten a la clase de habla de la asociación onubense hacen hincapié en la importancia de controlar los factores externos que provocan la enfermedad. "Salvo nuestro compañero Gonzalo todos los que estamos aquí somos laringectomizados porque hemos sido fumadores a lo largo de nuestras vidas". Andalucía Occidental (Sevilla, Huelva, Cádiz) "tiene la mayor incidencia de cáncer de laringe de España junto a Vizcaya. Afecta a 5 de cada 10.000 habitantes", señala el doctor Sánchez.
Desde las asociaciones de afectados dirigen sus esfuerzos hacia dos objetivos. Por un lado, a que el laringectomizado no se cierre en su enfermedad y aprenda a hablar de nuevo. Y por otro, "hacia la concienciación social de que la adicción al tabaco origina enfermedades tan graves como el cáncer de garganta", concluye serio con su mensaje Juan Violanta.
El filósofo Aristóteles afirmaba que el ser humano es un animal social por naturaleza, y lo que lo diferencia del resto de animales es la palabra (el logos). El discurso entendido como vehículo que posibilita confluir con otros semejantes. Los laringectomizados no tienen cuerdas vocales. Tras la operación con la que extirpan su cáncer de laringe estas personas curan, pero a cambio pierden la voz que durante sus vidas les ha permitido hablar, reír, gritar, en definitiva, comunicarse. Además, a la pérdida sonora se suma una marca indiscutible, un orificio en el cuello donde llevan implantada la cánula de traqueotomía que les permite respirar. Sin embargo, estos seres humanos, porque son sociales por naturaleza, aprenden a hablar de una forma nueva y a utilizar todos sus recursos para lograr la comunicación eficaz con el otro. Todo sea por no quedar en el silencio de la enfermedad.
"El cáncer de laringe está producido en un 99% por factores externos, principalmente por el tabaco unido a la ingesta de alcohol", explica el especialista Serafín Sánchez Gómez, jefe de la Unidad de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla. Sólo un 1% quedaría para la excepción genética. Según el doctor, hace unos años era una enfermedad que afectaba a mayores de 50 años, sin embargo, ahora aparece a edades más tempranas. Además, si bien era un cáncer típicamente masculino "la proporción en la que está afectando a mujeres asciende. Hasta el momento hay 15 hombres afectados por cada mujer", apunta.
A Juan Violanta lo operaron en 1989, no le daban más de seis meses de vida. "En la operación me abrieron de hombro a hombro", describe con la curva melódica que caracteriza la voz esofágica de los intervenidos. Ningún pañuelo ni camisa cerrada en su primer botón tapan su cánula. "Tras 18 meses de baja me incorporé en mi trabajo como celador de hospital. Aprendí a hablar y a utilizar todos los recursos posibles. Cuando silbaba mis compañeros sabían que necesitaba ayuda". En 1993 Juan fundó junto a otros dos afectados la Asociación de Laringectomizados de Huelva (Aslahu). Un lugar de encuentro que actualmente preside y desde donde da clases gratuitas para que los recién operados aprendan a hablar, " se enseña a modular el aire que viene del esófago, a utilizar el eructo para decir las vocales, los números...Hasta que por fin verbalizan frases enteras. El tiempo en el que se aprende a hablar con voz esofágica es de unos seis meses aunque depende del alumno", cuenta Juan. Y es que tal y como defiende Antonio Sánchez, operado en 1998 y secretario de la asociación, "lo importante es que el laringectomizado hable para que deje de ser un enfermo".
Si bien a Juan y Antonio los años y las ganas han hecho que puedan controlar el aire y exponer un buen discurso, los alumnos que esa mañana asisten a las clases de habla se comunican con grandes esfuerzos y a gestos. La mayoría apenas hace seis o nueves meses que fueron traqueotomizados. Ginés Olivero, fumador durante más de 60 años, explica que "se te cae el mundo encima porque entras a la sala de operaciones hablando y sales de ella sin poder decir nada, en apenas unas horas has perdido la voz".
Por otro lado, el agujero en la garganta que les provoca la traqueotomía puede provocar rechazo social, "incluso en el ámbito familiar o íntimo como es el sexual. A través de la cánula se expulsa mucosidad y eso no es agradable". Pese a ello, los laringectomizados aprenden a vivir con este orificio que les permite el paso del aire a las vías respiratorias, "cuidamos de que no nos entre polvo, agua o arena", dice Pepe Domínguez operado en 1995 y capitán de pesca durante 36 años. Además, intentan que este cambio en sus cuerpos lo comprendan y acepten los demás, "cuando los chiquillos se me quedan mirando les explico porque tengo este agujero en la garganta y el motivo por el que hablo así", sonríe Pepe. Por todo, los catorce afectados que asisten a la clase de habla de la asociación onubense hacen hincapié en la importancia de controlar los factores externos que provocan la enfermedad. "Salvo nuestro compañero Gonzalo todos los que estamos aquí somos laringectomizados porque hemos sido fumadores a lo largo de nuestras vidas". Andalucía Occidental (Sevilla, Huelva, Cádiz) "tiene la mayor incidencia de cáncer de laringe de España junto a Vizcaya. Afecta a 5 de cada 10.000 habitantes", señala el doctor Sánchez.
Desde las asociaciones de afectados dirigen sus esfuerzos hacia dos objetivos. Por un lado, a que el laringectomizado no se cierre en su enfermedad y aprenda a hablar de nuevo. Y por otro, "hacia la concienciación social de que la adicción al tabaco origina enfermedades tan graves como el cáncer de garganta", concluye serio con su mensaje Juan Violanta.
Las asociaciones luchan por que el laringectomizado hable de nuevo |
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