Hasta ahora el consumo moderado de alcohol era saludable o al menos no entrañaba riesgos para el organismo. De hecho, había estudios científicos que aseguraban que beber vino de forma responsable contribuía a reducir la obesidad y el riesgo de tener cáncer, demencia o problemas cardiovasculares. Y que tomar dos cervezas al día era beneficioso para la vista, el corazón y hasta prevenía el riesgo de padecer piedras en el riñón y anemia en la menopausia. La clave estaba en no rebasar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que aconsejaba no superar las dos copas de vino o cerveza en hombres (entre 20 y 24 gramos de alcohol) y la mitad en mujeres. Respetando esas cantidades, no había de qué preocuparse. Pues ya ni eso.
Según un artículo de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), publicado en Journal of Clinical Oncology, en el que se revisan diferentes estudios sobre alcohol y cáncer, el consumo de alcohol, ya sea leve, moderado o intenso, está relacionado con un mayor riesgo de distintos tipos de cánceres, como el de mama, colon, esófago, cabeza y cuello. Y asegura que entre el 5-6% de los nuevos cánceres y las muertes por cáncer en todo el mundo son achacables al alcohol.
Por tanto, la mejor manera de reducir esa posibilidad es limitando el consumo de alcohol. Así lo afirma Noelle K. LoConte, principal autora del artículo y profesora de la Universidad de Wisconsin (EE,UU.): “La buena noticia es que, al igual que las personas usan protector solar para limitar el riesgo de cáncer de piel, limitar el consumo de alcohol es una cosa más que las personas pueden hacer para reducir su riesgo general de desarrollar cáncer.”
También recomienda en su informe realizar exámenes de detección de alcohol e intervenciones breves en entornos clínicos, aumentar los impuestos y precios del alcohol, mantener límites en días y horas de venta, mejorar la aplicación de las leyes que prohíben las ventas a menores, restringir la exposición de los jóvenes a la publicidad de bebidas alcohólicas o incluir estrategias de control del alcohol en los planes integrales de control del cáncer.
Esta relación entre cáncer y alcohol ya se descubrió hace algunos años. En 1988, la agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) afirmó que el alcohol era un agente cancerígeno. Y más recientemente, en 2014, la Organización Mundial de la Salud, en un informe sobre el cáncer, certificó que el alcohol causaba 1 de cada 30 cánceres, es decir, el 3,5% de los cánceres mundiales. Una cifra que va en aumento, sobre todo en mujeres, debido a su banalización y aceptación social.
Josep Guardia, del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Santra Creu y Sant Pau de Barcelona, señaló para ABC que “una sola consumición pequeña (un quinto de cerveza o una copita de vino, equivalentes a 10 gramos de alcohol puro), tomados cada día, aumentan el riesgo de cáncer de mama en un 6%. Y, cada 10 gramos más de alcohol al día, aumenta un 4,2% el riesgo de cáncer de mama en las mujeres. El efecto es por tanto acumulativo y se produce una relación dosis-respuesta. Es decir, a mayor cantidad de alcohol consumido mayor riesgo de cáncer, 20 o más años después del inicio de consumo de alcohol”. Y calcula que para volver a tener riesgo cero, un bebedor debería dejar de consumir alcohol durante 20 años.
Por eso “la recomendación debe ser no beber”, como señala Martín Lázaro, oncólogo médico del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo. Además apunta que el consumo de alcohol predispone a las personas fumadoras a tener algunos cánceres, como el de laringe y boca. Y añade que los Planes Nacionales del Cáncer deberían incluir el alcohol como un factor de riesgo para desarrollar cáncer. Se trataría en este caso de “reducir el consumo de alcohol en la población general y aumentar el número de personas que, habiendo desarrollado una adicción al alcohol, se incorporen a un tratamiento especializado de la adicción a las bebidas alcohólicas”, concluye Guardia.
Según un artículo de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), publicado en Journal of Clinical Oncology, en el que se revisan diferentes estudios sobre alcohol y cáncer, el consumo de alcohol, ya sea leve, moderado o intenso, está relacionado con un mayor riesgo de distintos tipos de cánceres, como el de mama, colon, esófago, cabeza y cuello. Y asegura que entre el 5-6% de los nuevos cánceres y las muertes por cáncer en todo el mundo son achacables al alcohol.
Por tanto, la mejor manera de reducir esa posibilidad es limitando el consumo de alcohol. Así lo afirma Noelle K. LoConte, principal autora del artículo y profesora de la Universidad de Wisconsin (EE,UU.): “La buena noticia es que, al igual que las personas usan protector solar para limitar el riesgo de cáncer de piel, limitar el consumo de alcohol es una cosa más que las personas pueden hacer para reducir su riesgo general de desarrollar cáncer.”
También recomienda en su informe realizar exámenes de detección de alcohol e intervenciones breves en entornos clínicos, aumentar los impuestos y precios del alcohol, mantener límites en días y horas de venta, mejorar la aplicación de las leyes que prohíben las ventas a menores, restringir la exposición de los jóvenes a la publicidad de bebidas alcohólicas o incluir estrategias de control del alcohol en los planes integrales de control del cáncer.
Esta relación entre cáncer y alcohol ya se descubrió hace algunos años. En 1988, la agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) afirmó que el alcohol era un agente cancerígeno. Y más recientemente, en 2014, la Organización Mundial de la Salud, en un informe sobre el cáncer, certificó que el alcohol causaba 1 de cada 30 cánceres, es decir, el 3,5% de los cánceres mundiales. Una cifra que va en aumento, sobre todo en mujeres, debido a su banalización y aceptación social.
Josep Guardia, del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Santra Creu y Sant Pau de Barcelona, señaló para ABC que “una sola consumición pequeña (un quinto de cerveza o una copita de vino, equivalentes a 10 gramos de alcohol puro), tomados cada día, aumentan el riesgo de cáncer de mama en un 6%. Y, cada 10 gramos más de alcohol al día, aumenta un 4,2% el riesgo de cáncer de mama en las mujeres. El efecto es por tanto acumulativo y se produce una relación dosis-respuesta. Es decir, a mayor cantidad de alcohol consumido mayor riesgo de cáncer, 20 o más años después del inicio de consumo de alcohol”. Y calcula que para volver a tener riesgo cero, un bebedor debería dejar de consumir alcohol durante 20 años.
Por eso “la recomendación debe ser no beber”, como señala Martín Lázaro, oncólogo médico del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo. Además apunta que el consumo de alcohol predispone a las personas fumadoras a tener algunos cánceres, como el de laringe y boca. Y añade que los Planes Nacionales del Cáncer deberían incluir el alcohol como un factor de riesgo para desarrollar cáncer. Se trataría en este caso de “reducir el consumo de alcohol en la población general y aumentar el número de personas que, habiendo desarrollado una adicción al alcohol, se incorporen a un tratamiento especializado de la adicción a las bebidas alcohólicas”, concluye Guardia.
El riesgo cero, en el consumo de alcohol, no existe |
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