Nuestra
vida es lo que hacemos y lo que nos pasa. Lo que nos pasa puede
ocurrir, suele ocurrir, que no tenga remedio. No depende de nosotros.
Pero lo que hacemos sí podemos manejarlo a nuestro modo y manera. Se
puede decir que nuestra actitud ante lo que nos pasa puede cambiar a
positivo o negativo dependiendo de lo que hagamos.
Cuando
nos hacen la laringectomía está claro que nada podemos hacer contra lo
que nos hacen, pero lo que nos pasa después puede cambiar mucho
dependiendo de nuestra actitud. Hay dos cambios importantes en nuestra
nueva vida ocasionas por la operación, la voz y la imagen.
El
trauma que produce la pérdida de la voz empieza incluso antes de la
operación. Estamos preparados para comunicarnos preferentemente a través
de la voz y solo pensar que la vamos a perder nos produce un choque muy
difícil de asimilar. La falta de voz produce incomunicación y, por
tanto, un cambio enorme en el carácter, porque no se puede intervenir
igual en la conversación. El silencio puede llevarnos a la soledad y al estrés. La primera reacción, ante todo esto, deber ser aceptar la nueva
situación, aprender a escuchar sin hablar pero sin sentirnos solos.
Debemos aprender a convivir con este silencio pero sin el sentimiento de soledad. Suele ocurrir que, con el tiempo, algunos de nuestro entorno se acostumbren a hablar sin pensar en nosotros. Es curioso la cantidad cosas que se pueden escuchar sin que el que las dice se de cuenta. Intentar expresarnos con gestos es algo que puede llevarnos a un mayor estrés. Esas cosas no se aprenden de la noche a la mañana. Una libreta a mano es la mejor herramienta.
Debemos aprender a convivir con este silencio pero sin el sentimiento de soledad. Suele ocurrir que, con el tiempo, algunos de nuestro entorno se acostumbren a hablar sin pensar en nosotros. Es curioso la cantidad cosas que se pueden escuchar sin que el que las dice se de cuenta. Intentar expresarnos con gestos es algo que puede llevarnos a un mayor estrés. Esas cosas no se aprenden de la noche a la mañana. Una libreta a mano es la mejor herramienta.
El
cambio de imagen puede parecernos menos importante al principio, pero
con el tiempo vamos viendo que no es tan insignificante. En nuestra
sociedad la imagen y la estética tienen cada vez más importancia a nivel
social. De pronto nos encontramos con un “agujero” en el cuello y con
una cicatriz que, aunque disimilada, se nota perfectamente.
Este cambio
de imagen afecta, como es fácil de comprender, más a las mujeres que a
los hombres. Ya en los cuentos infantiles se da una imagen de la mujer
unida a la belleza. Desde el primer momento procuramos disimilar estas
secuelas y es fácil conseguirlo con un poco de imaginación. Pero creo
que la mejor forma de superar el posible trauma es aceptándolo y
comportarse como si no existiese. Tapándolo, ese si, pero sin que lo
consideremos un estorbo para nuestras relaciones. Seguiremos siendo
igual de guapos y guapas que antes porque, aunque parezca un tópico, la
belleza está más en el alma que en el cuerpo.
Hay
otras muchas cosas que cambien en nuestra vida después de la
laringectomía, como el aseo diario, el cuidado del estoma, la ducha, el
ejercicio físico, el miedo al agua, etc. Todas debemos aceptarlas.
Cuando nos miremos al espejo no debemos ver a un ser distinto al que
somos, debemos aceptar tal como somos. Este es el primer paso.
Pero
cuando digo aceptar no quiero decir renunciar. Yo acepto que no puedo
hablar pero no renuncio a conseguir hacerlo. Y cuando consiga la primera
voz no renuncio a hacerlo mejor. Mi cuello lo acepto como está pero no
pararé hasta conseguir que me guste un poco más. Acepto que la ducha me
resulte incómoda pero buscaré maneras para conseguir que sea tan
agradable como antes.
Aunque
parezca difícil, cada uno de nosotros tiene en sus manos la forma de
afrontar todos los acontecimientos que la laringectomía nos ha traído.
Tenemos que aprender a vivir con lo que somos pero buscando los aspectos
positivos de nuestra vida para conseguir mejorarla. De este modo
aprenderemos a valorar en positivo cosas que antes nos pasaban
inadvertidas.
Para ayudarnos en este camino, José A. del Barro nos da unas pautas que pasaré a resumir.
- Aprender a controlar los miedos. Todo lo que nos pueda pasar es superable, aprender a convivir con lo que somos es posible.
- Disfrutar del presente, buscar todo lo positivo que haya a nuestro lado sin obsesionarnos con lo negativo.
- Cuidar nuestra autoestima. Si nosotros nos queremos como somos podremos conseguir que los demás también nos quieran.
- Tomemos la vida con tranquilidad, ayudándonos, si hace falta, con técnicas de relajación. Huir de la ansiedad y el estrés.
- Entrenémonos para saber afrontar los posibles problemas, sin renunciar a las ayudas de los demás.
- Cuidar nuestras relaciones, tanto las antiguas como las nuevas. Tenemos que saber disfrutar tanto de la soledad como de la compañía.
- Valorar los aspectos hermosos de la vida. Con muy poco esfuerzo podremos ver como positivo lo que antes ni siquiera veíamos.
- No descuidar nuestro aspecto físico. Huir de tener apariencia de enfermos. Conseguir que la gente nos admire.
Conclusión en positivo
Debemos
aprender que en la vida no todo es bueno. Para todos hay cosas malas,
unas peores que otras e incluso algunas indeseables. La clave esta en
aceptar los hechos que son irremediables sin ningún tipo de frustración o
cólera desmedida.
Una
reacción descontrolada y negativa para afrontar situaciones malas en la
vida es una clara muestra de debilidad y frustración. Por el contrario,
la serenidad, el autocontrol y la visión positiva de las cosas son las
mejores armas para enfrentar con éxito lo que nos toca vivir.
Debemos
concentrar todas nuestras fuerzas en superar de modo positivo las
adversidades, no luchando contra lo irremediable sino reconquistando lo
posible.
Maravilloso articulo, deberia figurar en todas nuestras mesillas de noche y leerlo cada dia, para nosotros y para los que nos acompañan.
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